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Subimos a la combi y lo primero que veíamos era a la pequeña mujer de hipil azul con el rostro cansado junto a sus pies su gran tesoro: su palangana, muy bien tapada y una bolsa que te hacía pensar ¿qué llevará?…
Ella dormitaba y su cabeza iba de lado a lado y su sueño se contagiaba, la gran mayoría de los pasajeros la observaba hasta llegar al Centro de Mérida… fue la primera en bajar y colocar su palangana en su cabeza y caminar tranquilamente sin sujetarla hasta perderse entre la gente… y yo “envidiando” la habilidad de las mujeres de campo.
Estar en el Centro lleva su tiempo y al pasar por la calle 60 entre 65 y 63 en el frente de HSBC ¡sorpresa! allá estaba la mesticita con el rostro cansado de la combi y su tesoro: hojas de chaya, pulpa de tamarindo, sunchos, mandarinas y flores…
¿Como cabía tanto en la palangana y su bolsa?
Le compré chaya para preparar agua de chaya con Limón, 20 pesos la bolsita… su nombre no me lo dijo, ni su edad, pero respondió que ya lleva meses vendiendo en la puerta del banco y todo su vida su vida se ha dedicado a la venta de fruta y flores de temporada.
Así que consume local y llega a comprarle chaya y pulpa de tamarindo, apoyemos a las “palanganeras” pues a pesar de su cansancio no importa el día ni la hora salen a ganarse la vida.
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